LINKS
The Imperia
Mi Buen Rollo
A piece of my mind
Fuera de mí
wind and water
Cuando sea espacio
Beto en Letras

viernes, abril 28, 2006

"La Libertad Sexual en Santo Domingo"

por Juan Jiménez Coll

La expresión de la propia libertad es uno de los derechos inalienables de todo ser humano. Nacemos libres completamente y desnudos. Nuestro Padre-Madre celestial nos envía al mundo que conocemos con el regalo individual del libre albedrío para decidir por nosotros mismos nuestro destino. Él, a quien tanto nombramos cuando conviene a nuestros intereses.

Él, dueño de la vida y de la muerte, el creador de todo cuanto existe, no nos toma de las manos para que hagamos lo que Él quiere sino que nos deja vivir las experiencias que necesitemos, para que absorbamos la sabiduría y el conocimiento como queramos y como podamos, según las potencialidades individuales de cada ser. El amor divino es una experiencia individual y colectiva según el grupo social al cual pertenezcamos y según la propia percepción que tengamos de Dios.

Para llegar al Dios real y verdadero debemos quitarle los velos tergiversantes de las religiones fariseicas, engreídas en saber qué quiere Dios y capaces de matar a cualquiera con tal de mantener sus preceptos y leyes. Y digo matar en el completo sentido de la palabra porque no sólo se asesina cuando se quita la vida física a alguien sino también cuando un ser humano tiene que crecer escuchando que es un degenerado, que está enfermo, que es malo, corrupto, pecador, inmoral, pervertido, delincuente, y todas las “hermosas” palabras que la creatividad heterosexual es capaz de proferir envueltos en el manto de la “razón” en contra de los homosexuales y lesbianas.

Se levanta la bandera de un cristianismo lleno de odio y mala educación hacia la comunidad gay que vive con nosotros todos los días, sin la más mínima misericordia, consideración y respeto. Vemos y escuchamos a comunicadores, que les queda grande el traje, decir oprobios de todo aquel que guste de su propio sexo, sin pensar un segundo que a su lado se encuentra alguien, un compañero de trabajo, un artista exitoso, un abogado prominente, un político destacado, sacerdotes pacientísimos, médicos insuperables o un niño al que le gustan las muñecas. Utilizo estos adjetivos porque las personas gay son así, excelentes en todo lo que hacen y superiores en grado superlativo en la amistad y el amor inmenso que soporta tanto maltrato y sigue amando, perdonando, y entendiendo que los seres que tú más quieres piensen tan mal de ti, y te incluyan tan fácilmente en la lista de delincuentes y antisociales.

Es triste ver que haya que promulgar una ley para ser libres, es triste que todavía el ser humano no se conozca a sí mismo, pero es motivo de alegría saber que vamos caminando dentro de un siglo veintiuno hacia una gran crisis y catarsis mundial que nos hará ver definitivamente la verdadera podredumbre de la ignorancia. Los viejos paradigmas caerán inexorablemente y si no estamos “preparados” como dicen algunos legalistas entonces vayamos tomando un buen digestivo porque la comida está en la mesa y de lo que “no nos gusta” a veces nos comemos un plato y pedimos más.

Hay una población gay considerable en nuestro país, que necesita crecer y desarrollarse en un ambiente sano de aceptación y respeto a sus derechos más legítimos. Hay una comunidad gay que está perdida en la promiscuidad y la baja autoestima porque necesita cambiar su corazón y sanar el daño recibido de una sociedad cruel, que no entiende que no es cuestión de leyes sino de realidades que hay que organizar. Hombres viven con hombres y mujeres con mujeres desde hace tiempo en Santo Domingo y el mundo.

Se necesita educar y legislar correctamente en este país donde vivimos todas, y digo todas porque las mujeres tienen siglos diciendo frases masculinas pero los hombres inseguros de su virilidad son incapaces de decir afirmaciones femeninas. Gracias a Dios que para amar no hay que pedir permiso porque el amor es la ley sobre toda ley. Tenemos que hacer un doctorado en amor; el primer requisito es ser humildes para que todos sus postulados y acápites nos sean revelados, el segundo requisito es ser justos para aceptar que todos tenemos derechos, y el tercer requisito es dejar a Dios ser Dios y único juez.

Ahora, si el promulgar esta ley de libertad sexual va a constituir un problema para los orgasmos machistas y los religiosos neoinquisidores continuemos en la ilegalidad, total lo prohibido es contravenido y además con sabor a culpa, diviiiino!