Atado a ti

Mi disculpa fue como un murmullo
de piedras arrastradas
por la corriente de un río
arrastrada por el amor que te tenía entonces
que tal vez aún te tengo
detenida por mi orgullo y la torpeza
esa torpeza que no nos deja ver
más allá de ese momento
que no te permite valorar los sentimientos
en su justa medida
colocando odio, rencor o ira por encima del amor.

¿Y su ausencia? Dios!
Fue tan grande...
que no la llenaba mi arrepentimiento
que incluso siendo un sol su recuerdo
sobre mi vida nublada
no ha bastado su luz y calor
contra la fuerza de saber
lo que es estar a tu lado.

Vivo hoy con la mirada baja
los hombros caídos
la esperanza mermada
deseando que vuelvas
escribiendo sobre ello y sobre lo que fue
y hasta olvidé tu ausencia
ya no siento
de hecho ya no siento nada.

Es que en verdad no vivo
sólo revivo momentos pasados
y acaricio soñadas fantasías
como aquella en que regresas
-la más deseada-
y me haces un nudo con tus brazos
que cobija mi tristeza
y desvanece mi angustia
pero que sobretodo, no me suelta
y me deja atado a ti.